Se puede y se debe hacer.
Son ya muchos años hablando de la ACP (Atención Centrada en la Persona), sobre todo en el ámbito de la dependencia.
Hasta ahora, lo único que se visualiza, son pequeñas adaptaciones en entornos residenciales, tanto para personas mayores, como para discapacidad.
Una mínima mejora en el entorno más cercano, permitiendo la personalización de sus habitaciones, limitándose en la mayoría de los casos, a colocar fotos familiares y algún detalle que no impida “el normal desarrollo del trabajo en el Centro”.
Y en esta frase, en esta manifestación casi lógica pero tristemente rutinaria, es donde está el principal problema: ¿Qué es eso del normal desarrollo del trabajo en el Centro?
Se continúa anteponiendo la organización del Centro, al bienestar de los mayores o peor aún, a sus deseos. Terriblemente, hemos caído en la perversión de “administrativizar” el cuidado, olvidándonos de los matices más importantes, los de la persona y su calidad de vida, no sólo física, sino también, emocional. Se decide por ellos la hora de levantarse, qué ropa ponerse, qué comer, cuándo ducharse e, incluso, qué hacer durante el día. También, por supuesto, la regulación en materia de servicios sociales ofrece trabas, en ocasiones, con normativa restrictiva de la autonomía.
Todos los que intervenimos en la vida de las personas mayores, coincidimos en que hay que darle “una vuelta al modelo”.
Repensarlo ya se ha quedado atrás, ahora hay que ponerlo en práctica, sobre todo, después de esta dura pandemia que ha dejado al descubierto todas las carencias que ya veníamos denunciando y poniendo sobre la mesa, hace mucho tiempo. Ya toca pasar de las palabras, e ir a los hechos. Nos toca hacer lo que decimos.
Se puede seguir hablando de habitaciones individuales que, por supuesto, todos deseamos llegado el momento. Es base fundamental de nuestra intimidad.
También del tamaño de las residencias, pero no nos engañemos. No es el número de plazas lo que determina la calidad del servicio, sino el número de personas que son atendidas por los cuidadores. Las tan temidas “ratios de personal”. Otra retórica buenista “administrativizada”.
Por supuesto que, a más trabajadores por residente, mejor calidad del cuidado, pero ahí está la piedra angular de la cuestión. Obvio. Financiación para mejorar.
No se cuenta con trabajadores debidamente formados, profesionales, porque los salarios extremadamente bajos del sector, no atraen estos perfiles.
Las personas no quieren trabajar en el sector socio sanitario, porque el salario que se percibe, no es acorde al trabajo realizado. Por eso, vamos abocados a una “desprofesionalización aguda”, y al resurgir de los cuidados informales en instituciones residenciales.
Asumir el fracaso de que en el ámbito socio sanitario, solo se trabaja como última opción, (“porque no hay otra cosa”), es desolador.
Hasta la propia Administración ha llegado a relajar los requisitos de formación y experiencia, ante la escasez de este tipo de perfiles. Muy duro, y más desolador aún. En este sentido, conviene recordar que CUIDAR, efectivamente, NO lo puede hacer cualquiera.
Si de verdad queremos un nuevo Modelo Residencial, donde el cuidado sea de calidad y la persona mayor sienta, pero de verdad, que está en el centro, formemos y paguemos a los profesionales como debe ser. BIEN.
Financiación para mejores sueldos, financiación para mejores condiciones laborales (ratio y edad de jubilación), y financiación para dignificar con formación a esos profesionales, para que puedan multiplicar su sensación de “labor esencial”, porque puedan sentirse mejor con ellos.
Así, los cuidadores estarán motivados y desarrollarán el trabajo en condiciones óptimas. Porque la vocación sin reconocimiento, mata la ilusión. Lo demuestran los altos índices de rotación en las plantillas de las residencias.
Y, por supuesto, en esto, deben implicarse todos los agentes que intervienen, incluidas las Administraciones Públicas pertinentes, mediante CONSENSO y COLABORACIÓN, pero la de verdad, la real, sin apelar a la escasez, que siempre sufren los mismos.
Dejemos a un lado la infraestructura y centrémonos de verdad en las personas, en todas, profesionales incluidos. Ésta, y no otra, es la auténtica dignificación del sector que en más de un 90% lo cubren mujeres trabajadoras.
Susana Ruiz. Presidenta de Lares La Rioja.